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La magnitud del pecado

«Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios,» Marcos 7:21

El cristiano que lucha contra la lujuria sexual muchas veces no aprecia el perdón de Dios porque aún no ha comprendido la magnitud su pecado. No lo ha podido comprender, porque ha acostumbrado su corazón saciar el apetito de su carne, «minimizando el pecado». Para el o ella, es la única forma que puede apaciguar la culpa y la vergüenza que le vendrá una vez que consuma la lujuria que planifica su mente. Diciendo: «no es tan malo lo que voy hacer», «antes lo hacia peor, esto es menos malo» o «luego me arrepiento de lo que hice antes de ministrar».

La magnitud de tu pecado.

La magnitud de tu pecado.

El no comprender la magnitud de su pecado conlleva el minimizar la gran acción y el costo de la muerte de Jesús en el madero. Viven la vida pecando tan deliberadamente, ya que se engañan diciéndose en su interior: “Dios me perdonará luego”.

Aunque sea cierto que Dios siempre perdona, no se debe olvidar que la persona que piensa de tal manera no está consciente de que su pecado lo está degradando cada vez más y que cada paso que da fuera de la voluntad del Señor sólo está logrando que sea más difícil su regreso. A esto súmale todas las consecuencias que tendrá que arrastrar.

Esta actitud de pensar: “Dios me perdonará luego”, es la actitud del cristiano que no sabe valorar el perdón de Dios en su vida y que no sabe medir la magnitud de su pecado.

La realidad de nuestra condición

Ver la magnitud de nuestro pecado es ver la realidad de nuestra condición en nuestro corazón y ver el pecado como Dios lo ve. Nota a Jesús, cuando confrontaba, lo hacía confrontando la condición del corazón del hombre, no se enfocaba solamente en las cosas exteriores. Lo hizo con el joven rico, con los fariseos cuando querían apedrear a la mujer adúltera, con Nicodemo y con sus discípulos.

Lo que se ve por fuera, evidencia muchas otras cosas que están en el corazón. El corazón es lo que Dios quiere de ti, lo más profundo de el.

Por ejemplo, ¿cómo podemos ver la magnitud del pecado de la masturbación? Esta pregunta se contesta con la siguiente pregunta, ¿qué ocurre en tu corazón cuando deseas masturbaste? Puede ser que en tu corazón haya ingratitud, por que no estas contento con lo que tienes ahora y buscas cosas fuera de lo que Dios quiere para ti; falta de fe, por que no crees que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo o orgullo, ya que eres voluntarioso resolviendo los conflictos entre tu espíritu y tu carne a tu manera.

El problema es, que el no comprender la condición de tu corazón te llevará a humillarte y pedirle perdón a Dios de una manera vacía, sólo enfocándote en la culpa y vergüenza de lo que hiciste en tu exterior y no de todo lo que hay en tu corazón cuando consumes el pecado.

Además de perdonar la acción que se manifiesta al exterior, Dios quiere sanar todas esas otras cosas que está en tu corazón y que fueron la verdadera raíz.

Usando el ejemplo de la masturbación

Por otro lado, usando el ejemplo de la masturbación. Cuando una persona se auto-gratifica, “en la superficie de su corazón” quizás razona de la siguiente manera: “lo hago en secreto, donde nadie me ve”. O sea, peca, porque el hombre no lo ve, no tomando en consideración que Dios prometió estar con sus hijos e hijas en todo tiempo. En la superficie, esto puede parecer algo simple, pero cuando logramos ver la magnitud de este pecado, vemos que en la profundidad del corazón, esta persona le importa más lo que pueda decir el hombre, que lo que dice Dios en su palabra.

En otras palabras, esta persona teme más al hombre que a Dios y si lo vemos de una manera más real y más fuerte, esta persona ha sustituido la Adoración hacia Dios por la adoración hacia los hombres y el Yo.

Entonces mira cual es el problema, este hombre cuando viene a arrepentirse y le pide perdón a Dios, lo hace mal. Por qué sólo le pide a Dios que lo perdone por haberse masturbado cuando en realidad, tambien tomó en poco a Dios, no cree que Dios lo ve en todo tiempo y que se esta hiendo directamente encontra de la orden de su Rey. Verifica para que veas que siempre hay otras cosas más profunda en el corazón por la cual arrepentirse.

Es entonces que podemos notar que se siguen revelando otras cosas del corazón como el orgullo, hipocresía, prestigio y el amor hacia el mundo egocéntrico que se convierte en algo más importante que Dios.

La diferencia de actitud entre una persona a otra ante esta confrontación es lo que va a determinar si un cambio ocurra o no. Unos serán pobres (humildes) de espíritu, ya que leerán estas letras, las aceptaran y reconocerán la condición de su corazón. Pero otros, serán como los fariseos, que se comparaban con sus hermanos para verse altos, cuando se supone, que con lo único que nos comparemos sea con Jesús. Ante Cristo todos somos iguales, todos estamos al mismo nivel, a los pies del maestro.

Sólo el pobre de espíritu puede escuchar estas palabras y aceptarlas. Sólo el pobre de espíritu puede ver el orgullo de su corazón y soló el pobre de espíritu puede ver la profundidad de su pecado. Dios no quiere que veas tú pecado de una manera superficial, él quiere que tú veas la magnitud de tu pecado y la realidad de lo que estas haciendo y de lo que esto puede conllevar por la eternidad. Pídele a Dios de una manera constante, que te siga mostrando la condición real de tu corazón.

Es como remover las capas de la cebolla, las primeras capas son duras y ásperas, pero mientras más sigues removiendo las capas, más tierna es. Dios quiere remover las capas ásperas de tu corazón y quiere un corazón tierno, ajustable en sus manos, un corazón que no oculte nada y que esté totalmente expuesto ante Él.

*En el área de comentarios, comparte como este artículo te a hecho reflexionar sobre la magnitud de tu pecado.

Abrazos y muchas bendiciones;

Joel Olivencia


Pobre de Espíritu

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3)

Hermano o hermana, Dios quiere que seas pobre de espíritu. Es interesante ver como este versículo tiene que ver mucho con nuestro proceso de “alcanzar libertad” de la atadura sexual. Si notas, con todo propósito escribí la frase “alcanzar libertad” entre comillas. ¿Por qué lo escribí así?

Pobres de Espiritu

Pobres de Espiritu

Pues… precisamente de eso se trata este artículo. Te pregunto, ¿quién puede alcanzar libertad? La realidad es que ningún ser humano tiene el poder por sí solo de alcanzar libertad del pecado. Si lo tuviéramos, entonces ¿para qué necesitemos la Sangre del Cordero y el poder del Espíritu Santo de Dios? El día que pienses que puedes alcanzar libertad solo, será el día que comenzarás a creerte auto-suficiente. Será el día en que te alejarás de Dios.

Reflexiona y vea que lo que te escribo es cierto; toma un tiempo y analiza las veces que has cedido al pecado; verás que lo haces porque dentro de ti crees que hay otra cosa fuera de Dios que te puede satisfacer. Es crucial pedirle a Dios que te enseñe hacer pobre de espíritu.

Es importante que entiendas que cuando este versículo bíblico habla del concepto de «pobre de espíritu», no tiene que ver nada con el tema económico, ni estatus social y tampoco habla de los pequeños niños y niñas huérfanos que existen en todo el mundo.

Realmente este versículo bíblico habla de nuestro reconocimiento a la total dependencia de Dios.

A menudo escucho a hombres decir con mucha pasión, con coraje y con el puño apretado “a lo macho”: “este mes lo viviré en pureza, ya verán, lo quiero hacer porque quiero agradar a Dios”. En mi interior sólo pienso algo, realmente él no puede alcanzar pureza de esa manera y siento mucha misericordia porque entiendo su deseo de querer libertad. La realidad es que es una actitud de autosuficiencia, que es totalmente opuesto a para lo que fue creado.

Decir: “yo puedo Dios… ya verás, te amo tanto que lo haré por ti”. O muchas veces en los retiros de la Iglesia, en aquel culto en donde todos están humillados en el altar diciéndole al Señor: “decido vivir en pureza el resto de mi vida” realmente no se puede lograr así. No quiero que me mal interpreten; sí podemos hacer declaraciones de fe, sólo si tu corazón está en confiar en Dios y no en ti para lograrlo.

La fe no se trata de “creer en ti” o en tus fuerzas, ni tampoco trata de acercarte al pecado para ver si puedes vencer o no.

Dios, yo no puedo, ayúdame

Para muchos hombres es difícil soltar la independencia, somos tan competentes, nos gustan los retos y los desafíos, que se nos hace difícil tener que decir: “Dios, yo no puedo, ayúdame”. No entendemos que la fe trata de vivir siendo totalmente dependientes del Gran Yo Soy. Cuando este versículo habla de ser pobre en espíritu, es un reconocimiento de total dependencia.

Hoy día se me hace mas fácil vencer una tentación cuando digo: “Dios, realmente por mis propias fuerzas no puedo serte fiel, ayúdame que no puedo solo”, a que cuando inflo el pecho lleno de orgullo y digo: “Dios, ya verás cómo salgo victorioso de ésta, te amo tanto que te lo voy a demostrar”.

Solamente por aclarar… Vivir en fe y en total dependencia de Dios no es quedarte pasivo en tu proceso de alcanzar libertad de tu atadura. La palabra es clara cuando dice que la «fe sin obra es muerta (Santiago 2:17). Recuerda la fe tiene cuatro facetas: 1. creer en la palabra de Dios, 2. ejercerla en nuestras vidas, 3. sin importar como nos sintamos y 4. sabiendo que Dios promete buenos resultados.

Abrazos y muchas bendiciones;

Joel Olivencia